domingo, 8 de febrero de 2015

La alondra de tus sueños



Dices que soy la alondra de tus sueños,
la que con su trino y su vuelo  te lleva a la rama
donde su gorjeo  atrapa los sentidos
del intrépido gorrión que revolotea cerca de su nido;

Y aún así te ganó el temor de amar a un corazón lleno de versos
porque intuyes que es locura y pasión desmedida,  
Que culpa tienes tu, digo yo, si en tus adustas y austeras manos  
mi amor se deshace  como el polen de una rosa morena,

Rosa morena que dices, responde con su aroma
la augusta caricia de la mano que envuelve
y se adhiere a las nasales del ente que la atesora,
porque no quiere marchitarla con el calor de su fuego.

Fuego  gélido que ni alumbra, porque crees que el mío es un amor pérfido y perverso,
que no representa ni siquiera el humo que llaga los pulmones
porque para Ti es quizá un campo magnético o un mito de crédulo
y  no lo ves ni lo sientes y crees que su vaga presencia danza en lo intangible
pues lo virtual es virtual y así se queda.

Si te hubieras dejado llevar como se deja llevar el polvo en la heredad del viento,
si hubieras comulgado  en mi templo, la necesidad justa y natural
de tus manos enlazadas a mis manos, a mi cuerpo, a mi alma,
hubieras encontrado en mis bohemias pupilas asilo para tus más grandes fantasías

Y  aún así preguntas si atesoro en mi secrecía, un formidable recurso
que supere tus vehementes fantasías, para hacer de tu  vivencia
algo novel y magnánimo en el calor de mí  nido
y querías  que te lo demuestre  para así  correr la cortina
y dar paso a tus intrépidos placeres en el espacio de los sueños...

Sé que sin necesidad de eso, con mis versos que son la voz del corazón
Y con el sonido de la nota de mi lira, mientras la luna jugueteaba con la noche,
hubieras llegado hasta el dulzor de mi  alcoba, y  las manos de éste  rosal se  hubiesen aferrado a la cal de tus huesos, mientras tus lágrimas embriagadas de estupor hubieran pronunciado cada pétalo de mi nombre  
                                                 
Ahora tan solo quiero guardar en mis labios, en mi alma
la voz de tus besos, con los que prendiste un lucero en  mi  pecho
y  permitio iluminar nuestro momento, en una noche
que nunca olvidará que Tú y Yo fuimos la más bella poesía.



Fusionado de fragmentos del poeta FC y Akantha

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