En la penumbra del quebranto llegó un
día oculta
en el misterio de su bruma
más su palidez en luz de luna, disipó
su melancolía
y plasmó un cuerpo de fémina con alas
de espuma
Ella, ofreció un océano de amor, de
lujuria y de pureza
él, un torrente de pasión como un
caudal cautivo por la duna
como caudaloso río aprisionado en una
vasta presa
más ella lo envolvió en sus brazos, cual
niño en una cuna
Se encontraron en los sueños
y danzaron igual que las lenguas de
una pira
fundieron sus entidades y volaron en
la libertad,
sin dueño mientras las hadas del
bosque, ambientaban con la lira
¡Ah que hermosas vivencias oníricas!
mágicas todas ellas,
entre nubes de algodón,
entre danzarinas luces de luciérnagas
que dibujan estelas a su rededor
Ella, habló del amor que atesora
idolatría
el, fue parco, sumiso, con recelo pero
risueño
ella cimentó el mayor ánimo para
encumbrar la algarabía
él, caminó por el sendero sin alterar
su comprometido empeño
Una alondra canta entre los ramales
mecidos por el viento
revolotea junto al ventanal de un hombre íngrimo
él se acerca al diáfano cristal y lo
empaña con su aliento
el ave canora vuela allá muy lejos y
se pierde en su horizonte íntimo donde el sol del vetusto día se muere con
aroma a incienso
y de la profundidad de aquel hombre se
escapa un pertinaz suspiro,
para decir adiós…
como el crepúsculo
para decir adiós…
como el crepúsculo
de: Fernando Castellanos para Akantha
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